Monday, July 17, 2023

La complejidad política de la cultura negra en Estados Unidos

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La tesis aquí no es positiva sino neutra, explorando el desarrollo de la cultura negra en los Estados Unidos; y como primer punto establece que esta cultura es a la estadounidense, lo que fuera la germánica a la romana; culminando así la extensión de la cultura Occidental, desde aquella primera apoteosis del imperio romano.

Por supuesto, esto reconoce que la cultura Occidental ni comienza en Roma ni termina en Estados Unidos; pero toma ambos puntos como referencia, sobre un estadio muy definido en el desarrollo general de esta cultura. En este caso se trataría de estados propios de la cultura, como expresión del desarrollo de la naturaleza humana; dada a su vez por la comprensión de lo real, y su redeterminación como humano, en la cultura como naturaleza.

Esta corrección germánica sería corrompida sin embargo, en el desarrollo diacrónico de otros aspectos culturales; como el sentido y administración del poder, en un problema que proviene del origen mismo de esta cultura en el cataclismo minoico. La cultura germánica restauraría el valor referencial de la naturaleza, como hermenéutica propia de la tradición; pero comunicándole sus propios problemas, como este del poder, fusionado con la especialización intelectual que trata de superar.

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Según este desarrollo, la cultura negra tendría el potencial de una corrección definitiva de este problema; albergando una determinación excepcional en su origen africano, específicamente en la cultura Igbo. Esa singularidad complementaría el desarrollo negativo de la griega con su propio carácter positivo; resguardado en la ralentización del proceso, que así carece de contradicciones estructurales como las del caso occidental.

Lo del desarrollo negativo del caso griego se refiere a su origen en el cataclismo minoico, que es así negativo; en tanto no se trata de una formación natural, como en el caso Igbo, sino de una formación contranatural. Esto último sería lo que ocurra con la expansión del comercio fenicio a la estrecha franja de la cultura micénica; que careciendo de estructuras fuertes, no puede evitar la determinación de la sociedad en la economía, no en la política.

No obstante, y por su misma excepcionalidad, la excepción Igbo no puede desarrollarse en su contexto natural; necesitando de un margen, equivalente al de la expansión comercial fenicia sobre el vacío del cataclismo minoico. Este estaría dado por la precariedad política de esa cultura, fuera de su contexto natural con el tráfico de esclavos; funcionando como la fundación judía, al extraer la tradición egipcia de su contradicción política, que la superaba en sus estructuras de poder.

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No obstante, como en el caso germano, la cultura negra norteamericana se contamina con la corrupción intelectual; segregando una élite especializada con ese sentido convencional, que comunica al nuevo desarrollo las determinaciones del anterior. Este proceso de esa cultura negra norteamericana estaría entonces condenado a frustrarse por su corrupción de origen; ya que va a ser superado con su manipulación política, por parte de estas propias élites, como en aquel caso germánico.

No obstante, en esta culminación habrá creado una base para futuros desarrollos, como es propio de la historia; provenientes de la evolución excepcional de fenómenos también excepcionales, como el de la crisis política cubana. Esta crisis crearía una excepción en la tradición occidental, al que fluiría —como el comercio fenicio— la marginalidad intelectual negra; como producto natural del desmontaje de la tradición intelectual de Occidente, por mera fatiga mecánica.

El desmontaje de esa tradición no significa una eliminación total, sino su reducción a niveles funcionales (mínimos); como la necesidad de ese grupo de reorganizarse existencialmente, luego de la debacle política del país. Esta debacle los afectaría especialmente, por su relativa precariedad política, en la falsa integración etnográfica del país; estando la cuestión en si esto tendría el valor negativo de la excepción griega o el positivo de la igbo, en su propia excepcionalidad.

Eso ocurriría en la reorganización hermenéutica de los movimientos precedentes, como el de la Negritud; nacido directamente del de la Ilustración francesa, y por tanto continuando el valor correctivo del problema del poder. Esto no es en ningún caso un movimiento político que se pueda prevenir, aunque se pueda retardar con su manipulación; ya que el movimiento proviene de la fatiga mecánica del espectro hermenéutico al uso, más que de algún ideal político.

 

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