Esto es importante, porque permite definir al Garveyismo
como una cultura distinta del Renacimiento de Harlem; con el que se va a relacionar,
en el enfrentamiento de la otra cultura de la era Jim Crown en los Estados
Unidos. Se trataría entonces del Garveyismo como un fenómeno anglo caribeño, de
corte más pragmático en su naturaleza popular; distinto en eso del movimiento franco
caribeño de la Negritud, cuyo carácter era más especializado y elitista
(intelectual), ideológico; y distinto también del Renacimiento Negro de Harlem
(EEUU), tan elitista e intelectual como el de la Negritud, aunque menos
ideológico[1].
Sería este complejo panorama el que incida en
la tensión racial cubana que culmina con el Partido Independiente de Color; un
movimiento de profundas —aunque relativas[3]— raíces nacionales, pero con una
base abierta en el intercambio popular. El fracaso del Partido Independiente de
Color, con la masacre de 1912, determinaría así el desarrollo posterior; con la
subordinación del problema racial a las pretensiones políticas de la tradición
liberal, con su humanismo neocristiano; confluyendo así, como en los casos del
intelectualismo franco caribeño y norteamericano, en las tendencias socialistas
y comunistas.
Kindle |
Más grave aún, en su naturaleza ideológica el
independentismo carecía del pragmatismo político del autonomismo; y Banderas en
particular era uno de los casos más radicales, respondiendo a los parámetros
del heroísmo clásico, a niveles de crueldad. Sería este énfasis último, natural
en la época, el que afectaría el desarrollo y la integración paulatina de los
negros en la república; pero creando en ello el resentimiento también natural, que
alimentaría su ambigüedad de clase en problema político.
De ahí la importancia —si bien subrepticia— del
movimiento que culmine en el Garveyismo, como cultura de referencia; que va a
ser criticado por el nacionalismo de la clase media —mayormente blanca— como
extranjerizante, agudizando el conflicto racial. Como resultado de esta
confrontación, Morúa Delgado simplemente habría sido sobrepasado por la
complejidad de su circunstancia; pudendo sentar sólo la base para un desarrollo
político posterior discontinuo, como el economicista de Booker T. Washington en
los Estados Unidos.
[1] . La singularidad en este sentido del
Renacimiento de Harlem como fenómeno, es que no se reducía al elitismo
intelectual; sino que dependiente incluso de una amplia representación artística
y especializada, este arte (música, teatro, etc.) incluía un carácter más popular.
Debe recordarse que manifestaciones artísticas como la poesía, el teatro o la música
eran más bien de corte recreativo; careciendo entonces de la determinación
racionalista del academicismo que padecerá el arte postmoderno, siendo en ello
que resida su capacidad reflexiva, antes que la función discursiva de este
último.
[2] . La crítica tradicional define la
temprana propuesta de Washington como de acomodamiento, evitando el matiz
ideológico; pero ya la línea de Garvey es definida en este sentido, como
procapitalista, en contraste directo con la ya abiertamente socialista de Du
Bois. Especialmente llamativo será que entre las críticas de Garvey a Du Bois,
resalta la ausencia de oficiales negros en la NAACP; motivando las suspicacias
por su mayor integrismo segregacionista, desarrollado posteriormente por cierto
extremismo negro, como el de la nación del Islán.
[3] . La historia de Cuba está plagada
de líderes extranjeros, venerados como propios del panteón nacional, en
contradicción con toda exacerbación nacionalista; comenzando por el primer
líder insurrecto, el taíno Guamá, de origen quisqueyano, igual que el
generalísimo Máximo Gómez..
No comments:
Post a Comment