Lo que esto plantea es la
perspectiva para un desarrollo, sobre esa base misma del intelectualismo
occidental; que respondiendo a su intuición sobre el trascendentalismo en el
arte, se interesa en las culturas primitivas. Es de esta contradicción primera que
surgen las otras, como la misma intuición sobre la capacidad reflexiva del
arte; capaz en ello de suplir una comprensión sobre las determinaciones
trascendentes de la realidad, y en ello de valor existencial.
Igual que la negritud surge del
interés en el colonialismo, el problema identitario surgiría entonces del
primitivismo; que atribuye un valor propio —no importa si errado o no— a ese
arte, permitiéndole existir en sí mismo. Es a partir de ahí que puede
desarrollar su propia ontología, en la corrección de la que se le atribuye; y derivando
así un valor positivo del negativo anterior, como en la conversión de los
números irreales a trascendentales.
No obstante, el cambio sutil que
suscita el interés artístico en el primitivismo funcionaría en este sentido;
primero, en ese establecimiento de lo negro como objeto de interés occidental,
del que este derivará otro suyo. Esta dinámica habría sido imposible a nivel
popular, por la falta de ascendiente directo sobre este espectro de la cultura; ya
que precisamente, esta música habría conservado sus atributos formales (africanos)
por su desarrollo excepcional[3]. Habría
sido este desarrollo excepcional lo que preservara esos elementos africanos como
propios de la música; integrados armónicamente en su tradición musical con peso
propio, en vez de sublimarlos como en el caso norteamericano.
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Esto sería lo que, relativizando el
alcance de su postulado, permita su ajuste crítico dentro del mismo espectro;
en figuras como la de Wallace Thurman, que en vez de negarlo sólo lo ajustaría
en ese postulado sobre la función del arte. Es en esta absoluta contradicción,
que como un caos puede establecerse la nueva determinación de lo negro; que
es entonces el llamado Nuevo Negro de Alain Locke, aún si como base para el
desarrollo desde esa primera madurez.
[1] . Frank Andrés Guridy, Forging Diaspora, The University of North Carolina Press ed. (2010), cap III: Blues and Son from Harlem to Havana.
[2] . De hecho, Guridy resalta las crítica del convencionalismo negro al carácter populista de la poesía de Guillén; que se refiere además a su poesía específicamente negrista, que es una convención de la vanguardia tradicionalmente blanca.
[3] . Se refiere al carácter inclusivismo
político del colonialismo hispánico, que incluso si también racista contrastaba
con el segregacionista del inglés.
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